Me decías la verdad, Qué miedo que daba que dijeras la verdad, Que me miraras como se mira sin mirar Y me dijeras que estabas muerta.
Si te vieras la tristeza entre los ojos, Si te asomaras a la soledad de tus pasos, Si te arriesgaras a sentirte la piel, O la resignación en la tensión del rostro.
A dónde te escondías todo este tiempo, No alcanzan las selvas de tus sonrisas, Las sierras de tus caprichos, La inmensidad de tu silencio. A dónde escondías tu muerte joven.
Por qué madrugar a mi poesía, Era valiente todavía antes de esta noche, Por qué, por unos abrazos sin fuerza, Por una eternidad de costumbres.
Vamos, quiero un tercer día, Quiero ese verso de valentía, Aunque cueste el desamor, Aunque no te provoque ni un rubor.
Que nos queda la esperanza, De que el mundo no sea así, De que si me voy Es porque no había nada mejor para hacer esta noche Que no fuera extrañarte.
El frío de Junio en el suelo de la estación, en los agujeros del pantalón, en el cuerpo de Maximiliano, en las veredas de Avellaneda, en el viento sobre el puente Pueyrredón.
El frío de Junio entre las chapas, sobre las vías del tren, que se cuela hasta las aulas y a dónde quiera que estén.
Estén en la calle, sobre la vereda. Porque Junio no es frío sobre el asfalto. Porque se encendió un neumático, sobre el asfalto. Porque Junio nos mostró calor revolucionario.
Calor revolucionario en unas piernas que corren, y corriendo vuelven, vuelven para que no se quede solo, porque los compañeros no mueren solos.
Que frío que está el mundo, que suerte que me tomaste la mano.
Calor revolucionario en la sangre de Darío, En la certeza que le abrió la cabeza, En la firmeza de su grandeza.
Ya nos enseñaron la tristeza, y la tristeza no es nuestra, El hambre lo provocan ellos, las muertes son de ellos. Toda la alegría es piquetera, cuánto los admiro. Cuanto los admiro Maxi y Darío, Pudieron decirle al tirano que la muerte es mentira. Mentira como todos los titulares de su televisión.
No están solos en este invierno globalizado, Mil manos se acercan a sus vidas y sus muertes, Nos hacía falta para cambiar el mundo, Para incendiar esta farsa, Tanto calor revolucionario.
A veces quisiera no ser éste que camina, Para no tener tiempo a pensar Que no le alcanza al universo su vacío Para abarcar que te hayas sentido en soledad Para no caer en cuenta de lo evidente No hay tregua más amarga Que acostarse sin tu sonrisa de jacarandá.
A veces quisiera no ser éste que escribe, Que se me entumezcan las manos Y que el astro cualquier evidencia decline Que se callen los perdidos, y que reine el tirano Que fuera la historia al revés. O al menos que yo la creyera como es.
A veces quisiera no ser éste que te quiere, O al menos que quererte tuviera otro nombre Que no fuera eterna fascinación, Que el prado de tu cintura fueran lucecitas de una ciudad, Que lo que predican tus labios sea verdad, O que al menos fuesen besos.
A veces quisiera no saber, Ni de rosas, ni de cristales, ni de eternidades Para no poder arriesgar la poesía, Para poder ser el cobarde que se permite el alarde De tener la gallardía de derretir tu paraguas, De ser capaz de la impertinencia de mojarte de pies a cabeza, De colarse por tu labios, tu garganta y tu alma Y demostrarte que aunque nada fuese fatal, Aunque los héroes declinen su dignidad, Y el bosque se hiciese un centro comercial, Y el monte rechazara a los sublevados, Y tus oídos a mis versos cansados, No hay caso es imposible esquivar, La bajeza y la agonía, La gloria y la alegría, El infinitivo imperativo de tenerte que amar.
Te voy a extrañar He combatido en mi cama y hasta en los lugares más pervertidos como lo fueron sus ojos Si tengo una tristeza es sentirla cada día menos Tengo una esperanza que es dejar de pensar en mi orgullo que tiene razones que me convencen de que no hay justicia, como para lograr la mercancía aquello que no pude, aquello en lo que creí poner mi empeño revolucionario. Si la vida es eterna en cinco minutos por qué es injusto decir que a mi esfuerzo le bastaba eso. Me digo que hay que aprender a llorar, y reparar este desastre que he hecho en mi con ella. Miren mi poesía que ha perdido consistencia, miren mi esfuerzo ha perdido su insistencia, miren mi amor que tiene más de ego que de sincero. He tomado mi mundo de nuevo, es un velo de tristeza en la mañana pero los hombres no le temen a la neblina, poco caso le hacen. No hay ocasos. Endurecerse. Como lo fue tu amor, compañera, si, compañera. Sin perder la ternura. Como lo fueron tus ojos. Jamás, como los nomeolvides que fueron flores y hoy son certezas.
Tuviste ganas de tomar por asalto su vientre caliente
De levantar un mundo distinto en el valle de su espalda
Alguna vez quisiste defender tanto entusiasmo hasta con el último aliento.
Entendiste la violencia de los suspiros.
la justicia de su impactos, la fuerza de su tacto
y te dijiste que el mundo era una mentira.
Mentira el calor de una manta. Mentira la libertad de los mercados.
Mentira la gesta acabada de nuestro próceres.
Entendiste todo lo que no te decía, en sus suspiros.
El mundo que se levanta en el barro y las sonrisas de los niños,
El mar de sus lágrimas y los diques que lo contienen,
Quien se ha alzado contra los silenciosos paredones,
ha sido fusilado allí mismo o ahogado en el mar,
Quien se ha alzado seguirá sublevado.
en el mundo que se levanta en el barrio y las sonrisas de los niños.
Demasiado motivo saber que hay que defender hasta con el último suspiro,
el mundo que se levanta en el barrio y las sonrisas de los niños.
Tenerla al lado, a su aliento y a sus suspiros.
Que te digan compañero y amigo.
Demasiado motivo para hacer el intento.
Demasiado motivo para haber combatido.
lunes, 22 de diciembre de 2008
Alguien se ajusta los cordones porque también se ajusta el cordón policial Alguien canta, y se escucha cantar a si mismo en los miles a su alrededor Por fin algo de libertad en la ciudad Alguien mira y se deja mirar hay tanta luz en la avenida Todos se juntan y juntos van a ver si en la plaza San Martín ya es de mediodía
Tanto de colonia tiene esta ciudad escondido en los ladrillos de su catedral en el césped bien contado de su plaza central en la fachada del banco multinacional. Cada tanto, sin un motivo más exacto que la exacta necesidad, la exacta libertad de rebelarse Cada tanto la avenida declara el paro general y se levantan los cordones de las veredas y los vidrios se suicidan del espanto Abandona su concurrida soledad la plaza central Lo acompañan los pasos y el esfuerzo de los valientes Nada se esconde bajo la capucha ese es mi rostro, ese es el rostro igual de todos Nada destruyen esas piedras sólo golpean contra la mediocridad, la injusta mediocridad la mediocre injusticia.
Suenan los tambores. Jamás me creí capaz de semejante represión. Juzgué sin pruebas que debía desenredarme el pelo.
En realidad para dormir por las noches me digo que fue por higiene, una batalla contra los parásitos. Sé, sin embargo, que fue un acto de envidia, escudado en los preceptos de una civilización que me ordena cortar de raíz. Una mañana los vi a todos juntos, abrazándose, casi como si fueran una sola entidad.Pensé que semejante unidad despreciaría mi individualidad, que atacaba mi estética, que escondía en su masa. Mi muerte. Tronaron en lo alto las cascadas de la guerra. Había que ver si mojándolos se desconcentraban, posiblemente ni sería necesario pasar a mayores. Empapados de raíz a punta demostraron que aquella unidad forjada con tanto esfuerzo en las cálidas noches, entre vapor de sudor y los quejidos de un ventilador, no cedería a una provocación cobarde. Entonces apelé a la individualidad, debía separarlos para disciplinarlos. El compañero no es confiable, aceite entre él y vos. El compañero es terrorista, aceite entre él y vos. El compañero nos va a hacer matar, aceite entre él y vos. El compañero te usa para salvarse, aceite entre él y vos. Pibe, tenés que entender, las cosas no son así, éste es un loco, aceite entre él y vos. No me creyeron. Ya lo sabía. Desde el principio sabía que nada de eso iba a resultar, pero tenían que pensar que me importaba que pudieran elegir la rendición, había que darles una segunda opción. Cuando todo estuviera perdido esto serviría para que se deslice la triste sumisión de la individualidad. Tuve que mandar a los soldados, nunca quise les dije a las madres de los muertos, la situación lo exigió le expliqué a la prensa. Pero lo cierto era que los cincuenta cabezones estuvieron todo el tiempo preparados, formados, cuadrados, con esa seca expresión militar en la cara, al alcance de mi mano. Los manuales aconsejaban empezar por las puntas, por aquellas regiones de la periferia de la organización que cederían más fácilmente permitiendo obtener información y lugar vital para desarticular todo el resto. Yo conocía desde el nacimiento al pueblo que me enfrentaba. Un pueblo de naturaleza tan ruluda se hacía invencible en las puntas, se tomaban por los brazos unos a otros hasta ser casi un nudo, una pared capilar invencible. Creí que lo mejor sería probar un ataque general hasta encontrar el eslabón débil. Demasiado temprano caí en la cuenta de aquella táctica estaba errada. Entonces recordé algunas batallas. Comencé los ataques por la zona derecha del frente. Cuando logré el primer avance el frente fue flanco y comenzó la carnicería. A veces ni eso. A veces cambiábamos de lado para atacar y de eso surgió la curiosa observación de que las derrotas en un flanco de los rebeldes repercutían en la unidad entera. Deduje que esto se debía a la aniquilación o disciplinación de cuadros importantes, de largos e intrincados factores de unión. Los muertos se acumulaban abrazados aún a los pies de los soldados. Cuando me di cuenta de que faltaban los dos primeros soldados, que yacían inertes en el suelo,era tarde o vencía o me humillaba. Y la batalla siguió cada vez más encarnizada, cada vez más sangrienta. Cada tanto repetía aquellode que tenés que darte cuenta el compañero nos está matando, aceite entre él y vos. Cada vez funcionaba mejor. Muchos prefirieron disciplinarse cuando vieron venir a los soldados con pies de muertos. Y en lo más violento de a batalla, cuando creía que mi ferocidad triunfaría, los soldados se sublevaron, se arrancaron de cuajo de mis órdenes. Se unieron al festejo de los vencidos que obtenían su victoria más importante. Si yo hubiera podido quizá hacía lo mismo. Ni siquiera pensé que podían ser rehenes en aquella jungla. Seguí con mis manos. En primer lugar retiré a los soldados y los descarté como muertos, aunque siguieran vivos andaría este mundo como muertos. Los separé a los que quedaban en
Qué voy a hacer con vos
Cuando el cielo desate su rebelión
Cuando se haga verdad esa rara sensación
De que anda cerca un mundo mejor
Ese diluvio que llene el desierto de la última esperanza
Aquel maremoto que desaparezca el mar de las injusticias
Cuando marchen a la batalla los hombres descalzos y llenos de confianza
Y se llenen los pulmones de este aire tuberculoso,
Para sanarlo poco a poco.
Habrá que hacer una trinchera honda como la felicidad
Que entren el océano de tus ojos y las gaviotas de tus miradas,
Todas las selvas de tus berrinches, y las cadenas de mis mentiras
Que entre el planeta entero que se formó por la gravedad de ser distintos
Que no queden afuera ni los tiranos sin escarmiento,
Ni los compañeros que no están, ni las sombra de sus fusilamientos
Adentro todos los que nos dieron la mano en el camino
Los que nos la destrozaron, los que nos la apretaron, y los que nos abrazaron.
Decorada la gloria de nuestra trinchera.
Defendidas nuestras palabras en la historia
Nuestro cívico derecho a cambiar
Nuestra legal y eterna adicción a sonreír.
Diego es mi amigo, y no es mi amigo por que sí. Es que Diego tiene el paso firme y la mirada serena. Con Diego soñamos trayectos imposibles y los recorremos a pie. A Diego se le llenan de sangre las venas con cada latido, y en cada gota de sangre deja hasta el último suspiro. Y no es que sea el ideal en vida, es solamente, que Diego tuvo la singular idea de vivir en un mundo justo. Y por que en un mundo justo nadie le pisa la cabeza a nadie, Diego no se dejó patotear por nadie, por nada, nunca más. Y como en un mundo justo nadie impone nada, Diego se dejó el pelo largo, lacio, hasta los omóplatos y creciendo. De vez en cuando un obrero chicato le grita algo, confundiéndolo. Diego tiene una hermana y vive con su madre. Será de tanto trato con mujeres que Diego tiene la delicadeza esa que le admiran tanto cuando besa. Diego es mi amigo porque en un mundo justo nadie se pierde a un amigo como Diego.
A Diego casi no lo conozco. Lo vi aDiego una sola vez, en una foto con su hermana, contra la pared de un colegio como el mío. Sé de Diego que tuvo la peculiar idea de vivir en un mundo justo. Y porque en un mundo justo nadie le pisa la cabeza a nadie, Diego no se dejó patotear. Y como el mundo no era justo, Diego lo quiso cambiar. A Diego lo mataron de bala y con su sangre decretaron que el mundo no era justo. Diego tenía un amigo y lo lloró a Diego, porque era su amigo. Lo lloró igual que lloro yo porque, aunque no lo haya conocido, Diego es mi amigo.
El amigo de Diego tuvo un hijo.
Diego sabe que cuando levanta la mano en el aula, el celador le pone presente a Aguirre y a Hunziker. Porque en un mundo justo el plomo no calla la voz, y los hombres viven mucho más que la vida. Y éste, aunque no les guste a los patoteros que pisan cabezas, éste va a ser un mundo justo.
Diego Hunziker era un chico de 17 años, alumno del Colegio Nacional de Monserrat, que participaba en la Unión de Estudiantes Secundarios. Fue secuestrado el 4 de Septiembre de 1976, estuvo detenido en el campo La Ribera, luego trasladado a la Perla y hasta el día de hoy permanece desaparecido. Enrique Aguirre había conocido a Diego Hunziker en el Colegio Nacional de Montserrat y eran amigos. Diego Aguirre se llama así en memoria del nombre del amigo de su padre.
<<Es mucho mejor leer las poesías de Facu desde el texto original. Por eso algunos no solo nos tomamos el trabajo de tipear lo que escribe en papel, sino que los digitalizamos o escaneamos. Porque hay espacios, rayas, informalidades, errores de ortografía que el Word no puede suplantar. La idea es que el público pueda acceder a ambos (el tipeado y el "original") para su mayor provecho. Provecho.>>
Por no escribirte esta poesía extravié la tinta en las montañas del oriente de Cuba, derroché mi puntería en pedradas contra la policía y buscaron mis manos el frío de una primavera rusa.
Por no escribirte esta poesía, El verde de los árboles en el horizonte de aula Reflejaba el verde de mis ojos Que fingían que se distraían.
Por no escribirte esta poesía, Todos los tristes titulares de la televisión Y toda la mediocridad de su versión De lo que en el siglo nuevo era la diversión, Me resultaban el asunto más importante.
Porque nada resultaba tan importante Como no escribirte esta poesía.
Si supieras que grises lugares transité, Para no escribirte estos versos, Y todos los coloridos personajes que visité, Para creerme fascinado. Verías como no había cuestión más fascinante Que evitar hacer lo que estoy haciendo.
Por no escribirte esta poesía Pensé que horror monetarista Que cuestión tan capitalista Adorar como adoro el oro.
Se me figuró tan superficial, Tan infundado, tan comedido, Tan desafortunado, tan desmedido, Escribirte estas palabras tan jóvenes. Que fue tan irresistible, Escribir aunque fuera el primero verso.
Por no escribirte esta poesía, Ni mencioné tu estatura, tu estrato social, El color de tus ojos, el orden de tu moral, Ni el tono de tu voz, ni el ritmo de tu paso, Ni siquiera he dicho si he conocido tu abrazo O te he visto desde lejos una o muchas veces.
Por no escribirte esta poesía, Sencillamente tuve que escribirte Una poesía como esta.
Nunca me gustaron mucho las poesías, pero hasta ahora ninguna de sus poesías me defraudaron. Es como que son muy ciertas.
Al principio leía, de vez en cuando, las que ya estaban escritas hace un tiempo. Me gustaron.
Después empecé a prestarle más atención cada vez que sacaba su último hit, como le decíamos.
Hasta que un día le dije que me pase todas las que había escrito en su vida porque ya Camilo le había advertido que si no las digitalizaba se podían perder. Aunque la mayoría de las cosas que tenga Facu se pueden perder.
De hecho no tengo todas las poesías de Facu, ni siquiera él las tiene. Una vez me dijo que por cada poesía que uno lee, el mismo autor ya escribió 10 mejores que nadie nunca va a conocer. Imagínense.
Alguién me dijo que las poesías de Facu se dividen entre las que tienen compromiso social y las que le hablan a la chica que ama, o al amor a través de ella. O las que hablan de las dos cosas.
Tengo el deber moral de que estas poesías no queden solamente en mi computadora, es por eso que decidí crear este blog, todavía sin el consentimiento de Facu. Pero a él nunca le molestó que el mundo leyera sus poesías, todo lo contrario.