Me decías la verdad,
Qué miedo que daba que dijeras la verdad,
Que me miraras como se mira sin mirar
Y me dijeras que estabas muerta.
Si te vieras la tristeza entre los ojos,
Si te asomaras a la soledad de tus pasos,
Si te arriesgaras a sentirte la piel,
O la resignación en la tensión del rostro.
A dónde te escondías todo este tiempo,
No alcanzan las selvas de tus sonrisas,
Las sierras de tus caprichos,
La inmensidad de tu silencio.
A dónde escondías tu muerte joven.
Por qué madrugar a mi poesía,
Era valiente todavía antes de esta noche,
Por qué, por unos abrazos sin fuerza,
Por una eternidad de costumbres.
Vamos, quiero un tercer día,
Quiero ese verso de valentía,
Aunque cueste el desamor,
Aunque no te provoque ni un rubor.
Que nos queda la esperanza,
De que el mundo no sea así,
De que si me voy
Es porque no había nada mejor para hacer esta noche
Que no fuera extrañarte.
Qué miedo que daba que dijeras la verdad,
Que me miraras como se mira sin mirar
Y me dijeras que estabas muerta.
Si te vieras la tristeza entre los ojos,
Si te asomaras a la soledad de tus pasos,
Si te arriesgaras a sentirte la piel,
O la resignación en la tensión del rostro.
A dónde te escondías todo este tiempo,
No alcanzan las selvas de tus sonrisas,
Las sierras de tus caprichos,
La inmensidad de tu silencio.
A dónde escondías tu muerte joven.
Por qué madrugar a mi poesía,
Era valiente todavía antes de esta noche,
Por qué, por unos abrazos sin fuerza,
Por una eternidad de costumbres.
Vamos, quiero un tercer día,
Quiero ese verso de valentía,
Aunque cueste el desamor,
Aunque no te provoque ni un rubor.
Que nos queda la esperanza,
De que el mundo no sea así,
De que si me voy
Es porque no había nada mejor para hacer esta noche
Que no fuera extrañarte.
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